domingo, septiembre 7

La fatalidad como el último pretexto negativo

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Son poseedores mis ojos del record de quedarse
más veces en el laberinto verde-sal de tu mente,
ahora se quedan mirando la estrella
que se extinguió hace miles de años
y las cosas s'empiezan a hacer claras:
Si ese día existe, sé cómo será.
Se te arrimarán los problemas existenciales
que a mí por toda la vida me han visitado
Verás sin distorsión como aquellos pasos
nunca han sabido entender tus silencios,
las clausuras a deshora ensañadas
con la parcialidad de los titubeos
urdiendo innecesario a lo estático tu voz,
palparás como el amor se les va acabando,
acabando con cada eyaculación.

Será el raro día en que entiendas
m'involuntaria forma de guardar los recuerdos,
de siempre bebérmelo todo,
de recibir reportes de guerras piadosas,
una vida que no es especial de la forma que todas,
con ritos de la paz que'ncuentro en la trinchera.
Recordarás el Quijote coloca’o rescatando
doncellas y molinos que no querían ser rescatados,
y de que'l Sol se pone antes de lo que reacciono.

Vendrás despacio a curarme las alas de plomo
con un corazón de tripas y el calor de tu cuerpo,
a las rebajas del rastro que se pierde,
y en ese preciso momento instante que suceda
la fatalidad me quitará la vida
con una imprecisa espada de éter.
Demostrándome que yo no puedo ganar.
La felicidad no es que la pueda tomar
como una piedra.
O no como una de mi camino:
Esas solo me han enseña’o a rodar y rodar.

. . .

I. M. *
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