martes, septiembre 2

Proyecciones


Trate de dibujar tu rostro,
pero no tuve ni la fuerza
ni la cordura para hacerlo.
No pude, en ese momento
en que parecías poder retratarte en las ventanas.

Noche que se llenó del lamento de un coyote,
de indiferentes arañas envolviendo el ambiente,
casi me olvido que me olvidé de una postal,
y hacer otra de una loquera a mitad del desierto.
Aún estando sin norte ni sur, ni forma de andar;
capaz de surfear en riachuelos
y bucear dentro de los charcos.
Y en la mañana yo me la encontré.
Un revival de tu foto con el sombrero francés.
Tenía su cuerpo tan compactamente delicioso
como solo aquella
y su reflejo tienen.
Con solo observar el que vio cambió la materia.
Era la mezcla absolutamente exacta,
lo mejor pieza de ambas en cada palmo,
pero con algo como felicidad innata.
Si pido cosas que no deseo es mal síntoma,
pero viéndola pensé haber visto el mejor sueño
del erguido que’stá más muerto.

Me han despertado en el camino hacia el pueblo,
con el oficio del bostezo, sin jaque y menos mate.
Y ya empiezo a ver que se me están acabando
fuerza y cordura para dibujarte
siquiera por medio d’estas letras.

. . .

I. M. *
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