miércoles, junio 4

El caballo

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Echando a perder se aprende;
yo siempre estoy aprendiendo.
Si se sabe cómo es que se llega,
poco importa saber las calles.
No sé si me quepan muchos pesos en la bolsa,
no soy de los que se la pasan estimándolo.
Si se me va el tiempo trato de no lamentarlo.
No se me olvide que también se sube por la escalera.
No me venga a la mente el celoso viento de tu sueño
despreciado como una hamburguesa por una anoréxica,
el tango de Gardel que nunca de aprenderme acabo,
la güera que es demasiado para adornar toda barra,
ni el caballo tan tieso que's el que adorna el boulevard:
dijo, cuando lo forjaban se viajaba soñando en galopar.

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I. M. *
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