Oscurece en la ciudad un domingo.
Los pájaros convierten sus trinares
en ruidajos espantosos y caóticos
mientras s'esconden en árboles gigantes.
En el centro no te perderías de mucho;
todos los negocios cerraron hace rato
y las calles, siempre afluidas,
están igual de abandonadas que mi barrio.
Batallas inentendibles por las ventanas,
y las puertas del Bar al que iba, cerraron.
Ese donde las cervezas son a veinticinco
y el anís sabe a marcador permanente.
Los cafés populares están poblados
por viejos políticos y finos homosexuales.
No mejor idea son los céntricos parques
donde a esta hora habitan ilusos enamorados.
Es demasiado comerme el domingo,
pero alguna partitura transcurre sin sentido,
qué malo estuvo el boca'o
que no sé ni qué me trajo.
Y dejo lisiado el paseo
cuando miradas punzantes
de la acomodada gente
malviajandome acaban.
Echaré a andar rumbo a casa,
cuando de dónde está me acuerde…
o si acaso tengo.
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
: Joaquín Sabina - Calle Melancolía
1 comentario:
A veces parece que todo cerrara a nuestro paso, y que nadie nos invitara a su fiesta, ¿verdad?
Un lametón de pantera.
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