domingo, octubre 14

Otro como yo


No encontrarás otro hombre que muerda nubes,
ni que te pueda decir de qué color es el viento.
Ni otro que sepa la hora con solo ver el Sol,
me bajo al cero y no toco,
y gano tres horas en el trayecto.
Ni que rompa dicho astro de una patada,
para más pronto poder desarmar la Luna,
ni otro expulsado de la escuela de Atenas
que beba con tanta ansia tu dulce veneno.
Nunca otro que te ame tanto
en esta bella y enferma manera.
Nunca otro que te ame como yo.
Porque soy el cuerdo más loco,
porque soy el loco más cuerdo.

Nunca hallarás estos defectos,
mezclados con aquellas virtudes.
Jamás esos defectos virtuosos,
ni aquellas virtudes defectuosas;
no hallarás esas bizarras combinaciones
que solo, preciosa, en mí existen.

No lo encontrarás, otra vez lo digo,
por más que lo busques.
Aunque me da miedo y pena, reina mía,
que, en el fondo sé, no te esforzarás mucho…

… sino es que nada.



. . .

I. M. *
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La realidad es que la respuesta es "nada", y un poema que parece volverse un canto al orgullo y la autoestima, en los últimos versos se vuelve una lista de cosas que finalmente no sirven para nada.
Ay de mí, que soy tan imbecil como para darme mis propios ganchos y reveses.


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